Fibermadurar
Es viernes tarde y me quiero ir sin más a pegarme un baño a la playa. Sólo escribo para manifestar mi profunda pena por no poder asistir al Festival Internacional de Música de Benicassim (FIB) 2009, que se desarrolla desde ayer en mi 'terreta' y al que LA MAYORÍA de mis conocidos asistirán, incluída la gran becaria de Onda Cero VLC, Alba García (¿o no?).
Acabo de cumplir los 25 y me veo inmersa en una era de cambios que a los que se suman muchas más responsabilidades nuevas a las que me tengo que acostumbrar sí o sí. No sé si lo soportaré. ¿No me van a dejar hacer más el tonto, el payaso, el Peter Pan?
No. Hoy he pasado mi primer pleno del Ayuntamiento. Ha sido catastrófico, aunque podía haber sido peor. 8,15 a.m, portátil, agenda, libreta, mil bolis, croissant, y café para llevar en mano. Lo tenía todo. Menos la seguridad para hacerlo. Al final lo he sacado adelante con la ayuda de todos los periodistas (ya quemados) allí presentes. A mí, en cambio, la motivación de tener la responsabilidad de hacer algo "más grande de lo normal" me invadía, a la vez que mi mente no dejaba de recordar a Jose-t, Suco, Lupe, Noe, Natalí, Dani y por supuesto Gore, en la barra. ¿Cómo lo estáis pasando?
Hoy viernes 17 de julio tenía que estar muriéndome de resaca o aún de fiesta, pero he realizado mi primer pleno. ¿Madurar?
viernes, 17 de julio de 2009
miércoles, 15 de julio de 2009
Un día más con vida
Pero de la buena. La lástima es no tener dinero para poder campar a las anchas de una, en una nueva ciudad. Y es que tu madre no te escucha, por mucho que tenga razón, cuando le dices que la cuenta corriente va que vuela no por tu culpa, sino por obligaciones externas y necesarias: la sociabilización, o como se escriba, porque ya me da igual.
Cuando se llega a un lugar nuevo, hay que sociabilizarse, sentirse querido, conocer a gente. Y para llegar a buen puerto en estos términos no basta con pasear por Las Canteras ni con quedarse bajo la luz de una farola a escuchar cómo rompen las olas. Que también. Porque nunca sabes con qué machoman con pelotero de los que pasean por la playa te puedes topar. Dios me libre.
¿Sabeis que la marea sube cada 6 horas?
Cervecitas continuas, comidas con compañeros de trabajo, sonrisas forzadas, atención constante a mi alrededor, mas cerveza, más gente. No se me pasa una. Cinco horas de sueño máximo diario, no os digo más. Un martirio. Y un derroche de dinero casi a la fuerza.
Así, no dejo de explicarle a mi madre que la situación me desborda, que se me va el dinero como si tuviera vida propia. Pero que no es por mi culpa, que son las circunstancias de ser nueva, de que todo esté por conocer, y las relaciones por forjar. Porque con la gente recién conocida no tienes la confianza para decir con sinceridad que estás enganchada a Stieg Larsson y que lo único que te apetece es sumergirte en las aventuras de Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist, ya sea bajo la luz de una farola o en la bendita cama. Que quién la pillara. Ni birras ni machosman en pelotero.
La pena es que si aún no son amigos no sabes decir que no. Y ya me veo yo que hoy volveré a dormir menos de cinco horas...
Pero de la buena. La lástima es no tener dinero para poder campar a las anchas de una, en una nueva ciudad. Y es que tu madre no te escucha, por mucho que tenga razón, cuando le dices que la cuenta corriente va que vuela no por tu culpa, sino por obligaciones externas y necesarias: la sociabilización, o como se escriba, porque ya me da igual.
Cuando se llega a un lugar nuevo, hay que sociabilizarse, sentirse querido, conocer a gente. Y para llegar a buen puerto en estos términos no basta con pasear por Las Canteras ni con quedarse bajo la luz de una farola a escuchar cómo rompen las olas. Que también. Porque nunca sabes con qué machoman con pelotero de los que pasean por la playa te puedes topar. Dios me libre.
¿Sabeis que la marea sube cada 6 horas?
Cervecitas continuas, comidas con compañeros de trabajo, sonrisas forzadas, atención constante a mi alrededor, mas cerveza, más gente. No se me pasa una. Cinco horas de sueño máximo diario, no os digo más. Un martirio. Y un derroche de dinero casi a la fuerza.
Así, no dejo de explicarle a mi madre que la situación me desborda, que se me va el dinero como si tuviera vida propia. Pero que no es por mi culpa, que son las circunstancias de ser nueva, de que todo esté por conocer, y las relaciones por forjar. Porque con la gente recién conocida no tienes la confianza para decir con sinceridad que estás enganchada a Stieg Larsson y que lo único que te apetece es sumergirte en las aventuras de Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist, ya sea bajo la luz de una farola o en la bendita cama. Que quién la pillara. Ni birras ni machosman en pelotero.
La pena es que si aún no son amigos no sabes decir que no. Y ya me veo yo que hoy volveré a dormir menos de cinco horas...
martes, 7 de julio de 2009
Huevona
Aprovecho la ilustración de The Guardian, de la que se hace eco la edición digital de hoy de El País, para retomar este espacio que tenía un pelín olvidado como consecuencia de mis días de becaria en el Cabildo grancanario.
Y es que cuánto echo de menos un poquito de literatura (¿?) en mis textos. Tanta nota de prensa, tanta mecánica en las estructura sintácticas. Desde hoy vuelvo con vosotros, siempre que el tiempo me lo permita, claro.
Día 7 de julio. Son las 19:52, las 18:52 en Canarias.
El ritmo de vida aquí no tiene nada que ver. La pachorra, la calma y el poco estrés que se respira recuerda al letargo en el que se sumían los africanos que describía Kapuscinski en Ébano, e invita a dar un respiro a las ansiedades propias de la ciudad condal.
Los canarios son unos huevones, en el buen sentido, y en el malo. O eso dicen ellos. Porque yo de momento sólo he comprobado el bueno.
Sobre todo entre semana intento mantenerme al tanto de todo, y creo que la mayoría del tiempo lo consigo (nótese que ya sé en qué isla me encuentro y a qué cabildo y a qué provicia pertenece, con todo el jaleo que eso conlleva, ¡Dios!), pero pese a mis esfuerzos sigo deshinchándome cual globo de helio; sigo durmiéndome por las esquinas a causa de la relajación que llego a adquirir en esta isla.
¿Me estaré convirtiendo en una huevona? O mejor dicho, ¿es posible llegar a ser más huevona de lo que siempre fui?
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